La pandemia detonó la más profunda inestabilidad laboral principalmente en los países en vías de desarrollo.
En su perfil de twitter, Graciela Fernández se define como “activista del cooperativismo”. Preside tres organizaciones vinculadas a las cooperativas, pero su designación en 2018 como presidenta de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) en su capítulo Américas, le permite convertirse en la primera mujer en ocupar este cargo.
Nació en Uruguay, un pequeño país austral de amplio arraigo cooperativo que ha desafiado sus dimensiones y liderado grandes victorias sociales.
Desde Montevideo, o desde la ciudad de San José, en Costa Rica, en donde ACI tiene su sede para esta parte del mundo, la abogada reflexiona sobre la tergiversación del término economía colaborativa y la tremenda distorsión que existe de sus reales alcances e impacto social.
“Muchas empresas han transformado las nuevas tecnologías en una gran estrategia de captación de riqueza y explotación laboral; lo que se llama la Gig Economy, o la uberización de la economía. Una economía basada en plataformas de propiedad concentrada que con una pésima concepción de la colaboración, contratan en muy malas condiciones a enorme cantidad de trabajadores en carácter de unipersonales y no como empleados”, expone Fernández.
El Cooperativismo de plataforma o Platforcoop, pone de relieve la cooperativista uruguaya, nace como respuesta al ecosistema de ‘microtrabajos’ o subempleo generado en una nueva modalidad: la economía de las apps.
La pandemia mundial por el nuevo coronavirus detonó además la más profunda inestabilidad laboral principalmente en los países en vías de desarrollo y emergentes. Las particulares legislaciones en cada país de Latinoamérica, sin embargo, hacen que las cooperativas de ahorro y préstamo, una alternativa de eficacia probada, encuentren dificultades para conformarse, o ni siquiera se conozca de esta posibilidad. Lo anterior es un reto central para el movimiento cooperativo que hoy más que nunca se ve obligado a incidir de manera directa en la política pública de sus regiones.
“Una de las tradiciones históricas de las cooperativas es la del trabajo autogestionado a partir de la cooperación. En nuestro continente existen destacadas experiencias, y es una expresión que se sigue desarrollando y adaptando a los cambios económicos y tecnológicos”, expone Fernández Quintas, quien además lamenta que la poca comprensión del potencial de las cooperativas genere “legislaciones muy restrictivas para aquellos que quieren emprender y desarrollarse laboralmente en forma cooperativa”.
La resiliencia, es decir, la capacidad ante las crisis de adaptarse y sobrellevarlas; su accionar centrado en las personas y sus raíces en el territorio (que las personas que habitan las zonas en las que se desarrollan también se vean beneficiadas), son algunas de las grandes fortalezas de las empresas cooperativas, convirtiéndolas para un amplio consenso, en empresas mejor preparadas para gestionar las crisis.
“Estas características fundamentales de las cooperativas las transforman en los mejores aliados de los gobiernos para enfrentar escenarios como el de la pandemia del covid-19, así como socios estratégicos para la construcción de una salida más justa, solidaria, y profundamente democrática”, explica la también presidenta de la Confederación Uruguaya de Entidades Cooperativas (Cudecoop).
El cambio de paradigma social que la pandemia ha despertado, por otro lado, hace que el cooperativismo se convierta en una alternativa real frente a la forma privada de empresa. “La mayor innovación del cooperativismo”, destaca Fernández Quintas, “es la de reunir en una misma práctica la eficacia y eficiencia económica con la democracia y la solidaridad, proyectando no sólo respuestas específicas a necesidades puntuales de los usuarios, sino un ecosistema de empresas mucho más compatible con los desafíos de Desarrollo Sostenible”.
En México el cooperativismo en cualquiera de sus formas debe pugnar por “su involucramiento activo en la organización gremial cooperativa de su comunidad, su sector, o de las entidades de carácter nacional”, apuntó Graciela Fernández.
Las cooperativas de ahorro y préstamo, por ejemplo cuentan en México con la Confederación de Cooperativas de Ahorro y Préstamo de México (Concamex). “Será también relevante la comprensión y el establecimiento de alianzas explícitas del Movimiento Cooperativo Mexicano y el Gobierno Nacional, para generar condiciones más propicias para resistir y enfrentar la pandemia, generando condiciones para una nueva realidad más cooperativa en México”, finalizó la cooperativista.
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